Golpe de Realidad

En estos días me detuve a pensar. Pensar qué está pasando. Porqué acusamos y buscamos soluciones nefastas para problemas que tienen otra salida mucho menos cruel. Porqué hablamos demás para hacer de menos. Porqué, a pesar que defendemos la democracia, pedimos a gritos la "eficaz disciplina de seguridad" de la dictadura que secuestró, torturó y asesino miles de sueños, miles de vidas sólo por pensar un mundo distinto al que ellos deseaban.
En estos días me detuve a pensar. Pensar que somos una manada alienada por el sistema, guiada por la correa que nos extiende una pantalla. Que somos grandes y dóciles opinadores de los tristes formadores de opiniones de los medios de desinformación masiva. Que le hacemos caso a personas que exigen libertad de prensa cuando los critican pero quedan atados a la esclavitud de empresa casi sin proponérselo (o sí). Gente que posee el arma más letal de todas y por la que nadie indaga y nigún gobierno invade países con la excusa de encontrarla: lás páginas de los diarios y revistas, el mejor horario televisivo y radial.
En estos días me detuve a pensar. Pensar cuán fácil es caer en las manos de los que se llenan las manos con nosotros, con nuestro dinero, nuestro entusiasmo, nuestras ganas, nuestras vidas.
Hoy dejé de lado mi pensamiento para volcarlo en estas líneas y compartir esta experiencia que duró no más de 15 minutos:


Ahí estabamos todos. Corrían algunos, otros pateaban la pelota, la mayoría gritaba y su cara reflejaba tristeza. Su cuerpo flaco y sus ojos denotaban aflicción. Se sentaba, se paraba. Iba para acá y para allá. Se sacó sus medias y quedó descalzo. En frente, nosotros. Se formó una ronda. Empezamos a escuchar.
En un tiempo de distracción se había perdido un algo que era necesario para continuar ese día. Ese algo finalmente apareció. Ahora faltaba saber porqué se había hecho.
Las voces delatoras los señalaron. "Ese grupo lo sacó", se escuchaba de voces chillonas.
Sin ninguna intención de violar su privacidad ni ser parte de la misma mierda que siempre los escupe y los acusa de todo lo que pasa (sin conocerlos, por supuesto) llegamos a ese conjunto de seis o siete pibes de no más de 16 años, habitantes de una de las tantas zonas castigadas económicamente es este país, de un barrio que resiste a pesar del azotamiento permanente de la sociedad toda. Ellos estaban a punto de iniciar alguna actividad deportiva. Interrumpiendo el comienzo, un rápido repaso de lo ocurrido bastó para empezar a escuchar las verdades que vomitaban todos, desde su plena sinceridad, sinceridad de niño.
Enseguida asomó alguna respuesta de uno de los chicos: "De ahora en más, por todo lo que falte no van a acusar a nosotros. Tenemos el cartel de chorros".
Es a lo que los acostumbraron a lo largo de tantos años de promesas incumplidas, de rechazo, de exclusión. Así lo piensan, así lo sienten.
"Sabemos que robar está mal", arrancó aquel de los ojos tristes y cara afligida. Y continuó: "Lo hacemos por necesidad. Si mi vieja no tiene plata y la necesita yo salgo y 'pum'". El "pum" entendido por el robo en sí y no por otra cosa. Lo hacen por necesidad. Necesidades insatisfechas a lo largo de toda una historia de prejuicios y engaños a montones. Jamás podremos llegar a comprenderlos del todo. Nadie puede entenderlos porque "no sabés lo que siento y lo que pasa por mi cabeza".
"Hay veces que lo haga porque en mi casa no hay un mango y otras porque la necesidad de las drogas te lleva a eso". La droga esclaviza y como buen esclavo responde a como de lugar para satifacer a su esclavizador. "Si yo veo 'regalado' algo voy y lo 'zarpo'. Es un momento en que se te nubla todo, en que no pensás en nada. Sólo en cuánta plata vas a poder sacar y llevar a tu casa cuando lo vendés".
Crudo, sin filtros, sin más instancias que la sinceridad en su estado más puro. Sinceridad de un pibe de barrio. Golpe de realidad. Otro. Cada vez estoy más convencido de la lucha que tenemos que sostener.
Entonces, otra vez vuelvo a pensar. Una vez más. Es muy fácil someter a cualquiera de estos pibes bajo el dedo imputador. Querer reducir la edad mínima de imputabilidad como solución real de los problemas que existen. Echarles las culpas de todos los males. Decir que no deberían existir. Decir que son la lacra de una sociedad que no se da cuenta quién realmente da asco al declarar estas palabras. De una sociedad que habla, propone, pero no hace. No hace nada más que criticar y guiarse por la moda de la agenda del día de los noticieros amarillos: asesinatos, choques, drogas, muertes y más muertes. Eso vende en la sociedad alienada por el sistema. Lamentablemente, esa es la única voz que levantan. La verdad de los pibes y los barrios en los que viven y donde se concentra el verdadero poder popular, no.
Para cerrar, no encontré nada más conciso y preciso para terminar de darle forma a este escrito que llora verdad que una frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano sobre la realidad: "Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable."











Imágenes:

foros.elpais.com
americasolidariaenhaiti.blogspot.com/

1 comentarios:

  1. Omar! says

    CREO QUE HAY UN SECTOR QUE PIDE LA DISCIPLINA DE LA DICTADURA, LO CUAL ME PARECE INCREIBLE, ES ESA CLASE QUE LO TIENE TODO Y QUE NO DEBE SABER LO QUE ES EL SUFRIMIENTO DE LAS PERSONAS QUE NO TIENEN NADA, ESOS SUJETOS QUE SOLO VIVEN EL DIA, PORQUE NO LES ALCANZA EL TIEMPO PARA PENSAR QIE HARAN MAÑANA O QUE HARAN MAS ADELANTE,.
    ES TRISTE PERO TAMBIEN ES POSITIVO SABER QUE HAY OTRO SECTOR QUE FORMA PARTE DE ESTA SOCIEDAD Y QUE QUIERE TRANSFORMAR LAS COSAS Y CAMBIARLAS DE ALGUNA MANERA.
    BUEN POST !

    SALU2


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