¡Eternautamente vivo!

Hubieran preferido que sus historietas cumplieran con el designio del término. Hubieran preferido que contara historias degradadas, para Ellos, con dibujos y lenguajes que no detentan la santidad de la escritura. Que siempre ganaran los buenos, los buenos para Ellos, los héroes individuales que, con sombrero y botas, combaten y matan a los salvajes malones incivilizados que se resisten a aceptar su sumisión. Hubieran preferido que repitiera clichés importados como un hombre robot, para que sus lectores también fueran hombres robot. Hubieran preferido que no se saliera de los cuadrados de las historietas, vestir los recuadros con trajes herméticos para que en ellos no se filtrara la historia, como si eso fuera posible. Hubieran preferido que nunca se le ocurriera contar y graficar la vida del Che y la de Evita, para ahorrarse la censura. Hubieran preferido que el arte, aunque sea “bajo”, “arteta” quizá lo llamarían despectivamente, no se mezclara con la política, como si eso fuera posible. Que el escritor de guiones de historieta cumpliera con el guión que tenía asignado y que no asumiera la realidad en que vivía, que no militara. Que militar sólo se refiriera a Ellos y nunca contra Ellos. Hubieran preferido que, más de 15 años antes de 1976, Héctor Oesterheld no imaginara que se podía luchar contra la “nevada mortal” o la lluvia de muerte al servicio de la eliminación de quien se negara a convertirse en un hombre robot que aceptara, sin pensar y sin chistar, las órdenes de Ellos. Hubieran preferido que El Eternauta no apareciera nunca. Y, en 1977, desaparecieron a Oesterheld...

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Fuente:


* A Héctor Oesterheld en el día de su cumpleaños número 91.

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